Antonio Berni nació en 1905 en Rosario, cuna de gran cantidad de artistas argentinos, y falleció en Buenos Aires, donde suelen terminar muchos artistas rosarinos, en 1981.
Berni desarrolló su vocación desde niño y a los 14 años realizó su primera exposición. A los 18 expuso en Buenos Aires. A los 20 ganó una beca para completar sus estudios en Europa. Viajó por Italia estudiando a los maestros del Renacimiento del siglo XV y se instaló en París. Allí tomó contacto con los movimientos de vanguardia que se alejaban de la pintura tradicional que se contentaba con reflejar la realidad, tarea que pasaría, durante un tiempo al menos, a manos de la fotografía. Se vinculó entonces con los surrealistas, quienes, alentados por el “descubrimiento” freudiano se propusieron colocar al inconciente en el primer plano del arte. Tendrá Berni, entonces, su período surrealista.
Más tarde, bajo la influencia de una época de convulsiones sociales, producto de la primer guerra mundial y la revolución rusa, Berni se interesará por el rol social del artista indagando las relaciones entre arte y política.
Volverá a Rosario en 1930, momento del golpe militar a Irigoyen, de persecuciones políticas, de la creación de la central obrera y unos años más tarde, de migraciones internas. Berni abandonará las obras surrealistas y se dedicará a producir cuadros de grandes dimensiones mayormente poblados por obreros y campesinos. Berni definirá la pintura de esa época como “Nuevo realismo”, pintura que buscará reinterpretar la realidad social y política del país. Berni se emparentará en el compromiso del artista con su época, con otros artistas latinoamericanos, en especial con los muralistas mexicanos.
En las siguientes décadas recorrerá
En los sesenta construirá dos personajes: Juanito Laguna y Ramona Montiel, ambos habitantes de las villas miseria, nuevo fenómeno surgido en los alrededores de las grandes ciudades de América latina. Con el primero, retratará la niñez en la marginalidad; mientras que Ramona Montiel será una chica de la villa que se convertirá en prostituta para sobrevivir. En estas series, Berni agregará a sus cuadros latas, maderas, bolsas de arpillera, plásticos, hierros, todos elementos que encontrará en el mismo ambiente que se propone retratar.
En la muestra del Museo Nacional de Bellas Artes impresionan estos collages que no pueden apreciarse en las fotos que aquí se incluyen.
Párrafo aparte merece el último cuadro de la muestra, obra sin título, hallada en su taller poco después de su fallecimiento, en 1981, obra que muestra un cadáver de mujer en la playa y un avión en el cielo. El cuadro parece aludir a los vuelos de la muerte, práctica de exterminio de personas llevada a cabo por la última dictadura militar; asunto que saldría a la luz varios años después de pintado el cuadro. Esto ha generado algunas discusiones en relación a si Berni habría tenido acceso al menos a rumores sobre lo sucedido o si habría captado algo desde su sensibilidad de artista.
Más allá de esto, queda claro, luego de recorrer la muestra, que Berni no se dedicaba simplemente a copiar la realidad social que observaba, sino que la recreaba, la reinterpretaba a través de un acto creativo basado en una mirada penetrante, y cuando escribo esto, lo hago con la imagen de uno de los cuadros, cuyo nombre no recuerdo, que muestra una cena de un hombre y una mujer pudientes. La pareja está en color, el mozo en blanco y negro. Los colores en las pieles están saturados al punto de generar la sensación del exceso. Al pie del cuadro, en la calle, también en blanco y negro yace un linyera que redondea el contraste.
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