lunes, 27 de septiembre de 2010

Pintura - Berni - Narrativas Argentinas

Uno de los eventos más significativos del año ha sido la muestra “Narrativas argentinas”, una retrospectiva de la obra de Antonio Berni que puede verse en el Museo Nacional de Bellas Artes hasta el 3 de octubre.

Antonio Berni nació en 1905 en Rosario, cuna de gran cantidad de artistas argentinos, y falleció en Buenos Aires, donde suelen terminar muchos artistas rosarinos, en 1981.

Berni desarrolló su vocación desde niño y a los 14 años realizó su primera exposición. A los 18 expuso en Buenos Aires. A los 20 ganó una beca para completar sus estudios en Europa. Viajó por Italia estudiando a los maestros del Renacimiento del siglo XV y se instaló en París. Allí tomó contacto con los movimientos de vanguardia que se alejaban de la pintura tradicional que se contentaba con reflejar la realidad, tarea que pasaría, durante un tiempo al menos, a manos de la fotografía. Se vinculó entonces con los surrealistas, quienes, alentados por el “descubrimiento” freudiano se propusieron colocar al inconciente en el primer plano del arte. Tendrá Berni, entonces, su período surrealista.


Más tarde, bajo la influencia de una época de convulsiones sociales, producto de la primer guerra mundial y la revolución rusa, Berni se interesará por el rol social del artista indagando las relaciones entre arte y política.


Volverá a Rosario en 1930, momento del golpe militar a Irigoyen, de persecuciones políticas, de la creación de la central obrera y unos años más tarde, de migraciones internas. Berni abandonará las obras surrealistas y se dedicará a producir cuadros de grandes dimensiones mayormente poblados por obreros y campesinos. Berni definirá la pintura de esa época como “Nuevo realismo”, pintura que buscará reinterpretar la realidad social y política del país. Berni se emparentará en el compromiso del artista con su época, con otros artistas latinoamericanos, en especial con los muralistas mexicanos.

En las siguientes décadas recorrerá la Argentina, retratando los cosecheros golondrina, los obrajes, la peonada, las barriadas populares.


En los sesenta construirá dos personajes: Juanito Laguna y Ramona Montiel, ambos habitantes de las villas miseria, nuevo fenómeno surgido en los alrededores de las grandes ciudades de América latina. Con el primero, retratará la niñez en la marginalidad; mientras que Ramona Montiel será una chica de la villa que se convertirá en prostituta para sobrevivir. En estas series, Berni agregará a sus cuadros latas, maderas, bolsas de arpillera, plásticos, hierros, todos elementos que encontrará en el mismo ambiente que se propone retratar.


En la muestra del Museo Nacional de Bellas Artes impresionan estos collages que no pueden apreciarse en las fotos que aquí se incluyen.


Párrafo aparte merece el último cuadro de la muestra, obra sin título, hallada en su taller poco después de su fallecimiento, en 1981, obra que muestra un cadáver de mujer en la playa y un avión en el cielo. El cuadro parece aludir a los vuelos de la muerte, práctica de exterminio de personas llevada a cabo por la última dictadura militar; asunto que saldría a la luz varios años después de pintado el cuadro. Esto ha generado algunas discusiones en relación a si Berni habría tenido acceso al menos a rumores sobre lo sucedido o si habría captado algo desde su sensibilidad de artista.

Más allá de esto, queda claro, luego de recorrer la muestra, que Berni no se dedicaba simplemente a copiar la realidad social que observaba, sino que la recreaba, la reinterpretaba a través de un acto creativo basado en una mirada penetrante, y cuando escribo esto, lo hago con la imagen de uno de los cuadros, cuyo nombre no recuerdo, que muestra una cena de un hombre y una mujer pudientes. La pareja está en color, el mozo en blanco y negro. Los colores en las pieles están saturados al punto de generar la sensación del exceso. Al pie del cuadro, en la calle, también en blanco y negro yace un linyera que redondea el contraste.


La Argentina, narrada por un artista, transmite mucho más que varios libros de historia juntos.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Escultura - Enio Iommi

Si en este blog venimos revoloteando alrededor del posible valor terapéutico del arte, no estaría mal detenernos un poco a pensar sobre qué es el arte en sí. Está claro que sería complicado y hasta arrogante intentar una definición plena del concepto. Parece más útil atenernos a destacar algunas visiones respecto del tema.



En este caso, empezaremos con Enio Iommi, uno de los escultores argentinos más renombrados. De hecho, el arte abstracto en la Argentina nace alrededor de 1945, con sus esculturas.La escultura dejará, en ese momento, de copiar personas u objetos y se alejará de la representación, dedicándose a la creación de formas sin otra significación que la visible.


Su producción, por ejemplo, durante los años de la dictadura, es muy interesante. Dejo que el propio autor la comente:

“Lo que hemos vivido en nuestro país me llevó a sentir de otra manera al arte. Si he utilizado adoquines y alambres fue para expresar la falta de libertad, la falta de sensibilidad del país en aquel momento. Lo expresé por medio del material porque no soy un escultor figurativo. Toda la sensación de barbarie la desarrollé con el material”.

Reproduzco a continuación fragmentos de entrevistas realizadas Iommi, en los que se explaya sobre su concepción del arte:

“Todo lo que sea manual o técnico entorpece la expresión de las ideas. Eso hay que dejárselo a los ingenieros; el artista está para poner el alma a las cosas. Con esta exposición me interesa rescatar la escala humana que se ha perdido, pero que se conserva en una ciudad como Venecia. El arte sirve para razonar sobre lo que uno está viviendo, Henry Ford jodió a la humanidad con su producción de automóviles en serie; hoy estamos rodeados de todo tipo de máquinas y yo me pregunto, ¿para qué?".



“Si no hay ironía el arte es aburrido. Por ejemplo, en Europa cuando ves un mural, la parte pasiva es Dios y la parte activa es la del diablo. Te vas a quedar con la parte del diablo, porque ahí hay de todo, y por el contrario, en la parte de Dios, bueno…, la pureza, los angelitos, todo perfecto. ¡Mentira! porque el mundo no es perfecto. En el arte yo tengo que mostrar lo que es el diablo, el diablo que te va a molestar, que te va a poner en otra situación, en otra forma de ver el mundo, de intentar mejorarlo. Pero, jamás será mejorado, siempre aparecerán Bush(es). Sí, el arte para mí es una cosa irónica. Alguien tiene que molestar; si el arte no molesta, es pasivo. Nuestra cultura se basó en la mentira y nos estamos dando cuenta y nos sentimos fastidiados.”



“Para mí el concepto de ‘arte contemporáneo’ está banalizado. Hacen esfuerzos inútiles. Los jóvenes no ‘hablan’ más, pintan para hacer plata. A mí no me interesa lo que venden, me interesa lo que hacen. Hasta que no se transforme toda la cultura artística no aparecerá nada, vamos a seguir como estamos, haciendo cosas lindas, simpáticas, para vender y adornarles la casa a estos señores. Pero una idea de vanguardia no decora, transforma la mente, incluso la del coleccionista. Si no trasmitís algo, ¡hacéte decorador que vas a ganar plata!


Y ahora ¿qué es un artista? ¿Un empresario? El artista no debe ser un empresario; un artista es un idealista. Pero hoy todo es arte contemporáneo, hoy muchos creen que hay que adornar las casas, los pequeños departamentos, poner algo arriba de la chimenea… ¡hay que adornar!"



"Mi ambición sería que hagan galerías de investigación, es decir, que den oportunidad al artista de investigar, no de vender, no de servir, no de ser simpático, no de triunfar, sino de transmitir sus ambiciones artísticas y que el público vaya, converse, que haya polémica. Del mismo modo, los museos no deben ser depósito de arte.



Actualmente, Buenos Aires está totalmente aburrido. ¡Lo que fue el ambiente artístico de Buenos Aires cuando estaba Di Tella! En aquella Florida había al menos diez, quince galerías, y los artistas éramos pesados, ¡pesados de pensamiento!


Hoy no hay discusiones de artistas. El tema es ver si mandan a remate o no, si estamos cotizados o no… ¡terrible!”

“A mi el mercado, que sirve para decorar las casas de los pequeño burgueses, no me interesa. A mi lo que me interesa es el taller. El artista, fatalmente, algún día se muere. Si va a dejar algo, es culturalmente, no comercialmente. Mi placer- que no me lo permite mi familia-, sería quemar toda mi obra. Mi última obra, una gran llamarada.”


Enio Iommi falleció este año. Parte de lo que no pudo quemar puede visitarse en la Sala Cronopios del centro Cultural Recoleta, en el marco de una retrospectiva de su obra, que abarca muchos años y varias temáticas.



Las entrevistas completas pueden verse en los siguientes links:


http://www.untref.edu.ar/documentos/iommi%20entrevista.pdf


http://soloentrevistas.blogspot.com/2007/03/enio-iommi.html

jueves, 9 de septiembre de 2010

Cine - Una de Fellini por día

Hoy la mayoría del público que va al cine no sabe siquiera el nombre del director de la película que va a ver, lo cual no me parece demasiado reprochable, ya que la generalidad de los directores son, a lo sumo, buenos profesionales que hacen correctamente lo que las productoras les encargan.
El cine de autor apenas si persiste en cierta medida en oriente, con Kim Ki Duk y Wong Kar Wai como principales referentes. El cine de autor tuvo su época de esplendor con directores como Fellini, Bergman, Tarkovski, Hitchkock, por mencionar algunos. Uno sacaba una entrada para ver una película de tal director. Una de Fellini por ejemplo.



Federico Fellini fue un artista, que eligió el cine como forma de expresión. Su vinculación con la película no era la de un ejecutante, un burócrata que ejecuta un mandado, un profesional competente. No, Fellini funcionaba `más como una antena. El hombre captaba cosas y las traducía en celuloide. En el documental “Soy un gran mentiroso” podemos oírlo definir su trabajo de la siguiente manera:


“A veces, si se me da por ver alguna de mis películas, muy a menudo me surge, espontánea, una pregunta: ¿quién ha hecho esto? En el momento en que me convierto en cineasta, soy un poseído. Un oscuro habitante de mí, que no conozco, toma las riendas y dirige en mi lugar. Y yo me pongo a su disposición: mi voz, mi sentido artesanal, mi tentativa de seducción, o de plagio o de autoridad. Pero es otro, en realidad. Otro con quien convivo pero que no conozco de una manera directa, sólo de oído”.


Pero claro que, mucho mejor que escuchar hablar a un artista es apreciar su obra.


Desde el viernes 10 de septiembre, gracias a la Cinemateca Argentina, el Instituto Italiano de Cultura y el Complejo Teatral de Buenos Aires, podemos darnos el gusto de ver la obra completa de Federico Fellini.


La retrospectiva se llama “Tutto Fellini” y tendrá lugar en la Sala Lugones del Teatro General San Martín, una película por día, desde “Luces de Varieté” (1950) hasta “La voz de la luna” (1990).


La programación completa puede consultarse en http://www.teatrosanmartin.com.ar/cine/tutto0.html