domingo, 30 de septiembre de 2012

Música - Jon Anderson

En pos de resumir el concierto que Jon Anderson dio en Buenos Aires podría empezar por el final: el show había terminado con el público ovacionando de pie, habían tenido lugar los bises, las luces del teatro ya estaban encendidas por completo y algún que otro técnico se aprestaba sobre el escenario al desarme de los equipos mientras unos pocos espectadores se retiraban. Sin embargo, el noventa por ciento del público permanecía en sus lugares, batiendo palmas y canturreando el infaltable Oooh OOO Oooh de los recitales de rock. Pasaban los minutos y la aclamación no aflojaba. Cuando un amigo me dijo: “resignáte, no va a volver, ya debe estar cambiado y yéndose al hotel, aceptá la realidad”, le contesté que a la realidad había que transformarla y continué con el canto y las palmas. Hilda Lizarasu, una de los personajes conocidos en el público, parecía comentar el concierto con el encargado del sonido y tampoco se decidía a salir. Se escuchó un murmullo cuando otro técnico volvió al escenario y, en lugar de desarmar, aparentó estar conectando cosas y enseguida, la gran ovación, la realidad transformada, Jon Anderson de nuevo sobre el escenario, con los rulos revueltos y una remerita que asemejaba casi un pijama. Una canción más, fuera de programa, de entrecasa, dar y recibir, ida y vuelta, transformando la realidad entre todos. Los de atrás avanzamos por los pasillos para estar allí, más cerca de esa figura legendaria de la música que es un hombre de carne y hueso, que da y recibe amor, despeinado, casi en pijama. Anderson comienza a entonar “Starship Trooper” y de pronto se percata que ya la había tocado, lo dice con naturalidad, entre risas, y arremete con “Show me”. Entonces se oye la exclamación de los que reconocen la melodía y luego a escuchar esa última canción, ese plus, ese regalo que él nos concede a nosotros y nosotros a él.
Anderson es de esas personas de las que en el barrio se dice que tienen “buena vibra”, cuando se lo nombra se lo designa como “la voz de YES” aunque no puede obviarse que ha sido también el compositor principal del grupo. Su concierto acústico revela las canciones tal como nacieron, tal como él las llevó al grupo, entonándolas con esa voz privilegiada y acompañado apenas por una guitarra. Canciones simples y hermosas que en la banda ganarían en complejidad y potencia. Los pasajes más bellos, más finos de la música de YES fueron compuestos por Anderson y constituyeron el meollo del concierto que dio en el Teatro Ateneo, desprovistos de todo el entramado sinfónico lucen tal como imaginamos él las propuso en la banda, en alguna sala de ensayo, en alguna reunión. ¡Qué más agregar! Por ejemplo que Anderson enriqueció el show con una buena cuota de humor y anécdotas. Impagable el relato de cómo conoció a Vangelis y las vicisitudes que lo hicieron durar apenas cinco días en la banda cuando Jon lo propuso como reemplazo de Wakeman, o el momento en que, al sentarse al piano, confesó que solo sabe tocar las teclas blancas.



jueves, 27 de septiembre de 2012

TV y Literatura - Escenas de la Novela Argentina

Entre tanto bodrio no deja de resultar gratificante encontrar en televisión un programa como "Escenas de la Novela Argentina". Coproducido por la Biblioteca Nacional y la Televisión Pública, el mismo consta de cuatro clases a cargo del escritor Ricardo Piglia e invitados. Por medio de un logrado equilibrio entre claridad y precisión, Piglia evita cualquier tipo de solemnidad  y se hace entender aún para quien no tenga demasiadas nociones previas y logra despertar en el espectador las ganas de lanzarse a leer las obras mencionadas.  El programa brinda la posibilidad de hacer como si uno estuviera tomando una clase en la Facultad de Filosofía y Letras y en lo personal, da gusto asistir a una clase preparada con esmero en la que, por ejemplo, para pensar las relaciones entre literatura y periodismo se propone un diálogo entre "Los siete locos" de Roberto Arlt (obra que desde la literatura aborda el periodismo) y "Operación Masacre" de Rodolfo Walsh (quién desde el periodismo desembarca en la literatura). Para los que se lo perdieron, en YouTube pueden encontrarse las emisiones.