viernes, 26 de octubre de 2012

Cine - El estudiante

En tiempos en que los jóvenes parecen estar volviendo a la política tras una generación desencantada al respecto, el film “El estudiante” de Santiago Mitre resulta de visión muy recomendable. Para los jóvenes en particular porque permite una serie de reflexiones sobre las formas de encarar la militancia política, rescatando y poniendo en primer plano el dilema ético tan bastardeado desde hace tiempo. Asimismo, la recomendación es extensiva a todo tipo de público porque “El estudiante” es una gran película, de lo mejor que le he visto producir al cine argentino, lo cual no es poco decir, dada la calidad de obras que se están estrenando. La obra relata la historia de un joven que viene del interior a estudiar en la Universidad de Buenos Aires. Roque (Esteban Lamothe) recorre la ciudad y los claustros como un forastero que llega a un lugar desconocido. En un principio parece interesarse solo en las mujeres que va conociendo, una compañera primero (Valeria Correa) y una profesora (Romina Paula) después, aunque la relación con ellas lo va haciendo ingresar a un mundo en el que poco a poco aprende a manejarse hasta descubrirse poseedor de cierta habilidad para los menesteres de la política.
La puesta en escena y la dirección de actores logra que los espectadores ingresemos a esas aulas como el propio personaje, como observadores extrañados primero hasta ir compenetrándonos de a poco y por completo. Tal es la sensación de realismo que logra Mitre (la naturalidad de los diálogos es notable) que durante la proyección olvidé que estaba en el cine y viví la historia como si estuviera dentro de las aulas, caminando por esos pasillos e interviniendo en los debates. La cuestión ética entonces por un lado y el realismo de la puesta en escena por otro, conforman una combinación poco frecuente y muy lograda. La escena final en la que Roque debe responderle a Acevedo si acepta su propuesta se prestaba a un final abierto, sin embargo el director toma partido y en lugar de fundir a negro con el rostro de Roque a punto de emitir la respuesta, nos regala unos segundos más en los que Roque lanza su palabra, con la misma convicción con la que Mitre ha lanzado esta película al mundo.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Música - Jon Anderson

En pos de resumir el concierto que Jon Anderson dio en Buenos Aires podría empezar por el final: el show había terminado con el público ovacionando de pie, habían tenido lugar los bises, las luces del teatro ya estaban encendidas por completo y algún que otro técnico se aprestaba sobre el escenario al desarme de los equipos mientras unos pocos espectadores se retiraban. Sin embargo, el noventa por ciento del público permanecía en sus lugares, batiendo palmas y canturreando el infaltable Oooh OOO Oooh de los recitales de rock. Pasaban los minutos y la aclamación no aflojaba. Cuando un amigo me dijo: “resignáte, no va a volver, ya debe estar cambiado y yéndose al hotel, aceptá la realidad”, le contesté que a la realidad había que transformarla y continué con el canto y las palmas. Hilda Lizarasu, una de los personajes conocidos en el público, parecía comentar el concierto con el encargado del sonido y tampoco se decidía a salir. Se escuchó un murmullo cuando otro técnico volvió al escenario y, en lugar de desarmar, aparentó estar conectando cosas y enseguida, la gran ovación, la realidad transformada, Jon Anderson de nuevo sobre el escenario, con los rulos revueltos y una remerita que asemejaba casi un pijama. Una canción más, fuera de programa, de entrecasa, dar y recibir, ida y vuelta, transformando la realidad entre todos. Los de atrás avanzamos por los pasillos para estar allí, más cerca de esa figura legendaria de la música que es un hombre de carne y hueso, que da y recibe amor, despeinado, casi en pijama. Anderson comienza a entonar “Starship Trooper” y de pronto se percata que ya la había tocado, lo dice con naturalidad, entre risas, y arremete con “Show me”. Entonces se oye la exclamación de los que reconocen la melodía y luego a escuchar esa última canción, ese plus, ese regalo que él nos concede a nosotros y nosotros a él.
Anderson es de esas personas de las que en el barrio se dice que tienen “buena vibra”, cuando se lo nombra se lo designa como “la voz de YES” aunque no puede obviarse que ha sido también el compositor principal del grupo. Su concierto acústico revela las canciones tal como nacieron, tal como él las llevó al grupo, entonándolas con esa voz privilegiada y acompañado apenas por una guitarra. Canciones simples y hermosas que en la banda ganarían en complejidad y potencia. Los pasajes más bellos, más finos de la música de YES fueron compuestos por Anderson y constituyeron el meollo del concierto que dio en el Teatro Ateneo, desprovistos de todo el entramado sinfónico lucen tal como imaginamos él las propuso en la banda, en alguna sala de ensayo, en alguna reunión. ¡Qué más agregar! Por ejemplo que Anderson enriqueció el show con una buena cuota de humor y anécdotas. Impagable el relato de cómo conoció a Vangelis y las vicisitudes que lo hicieron durar apenas cinco días en la banda cuando Jon lo propuso como reemplazo de Wakeman, o el momento en que, al sentarse al piano, confesó que solo sabe tocar las teclas blancas.



jueves, 27 de septiembre de 2012

TV y Literatura - Escenas de la Novela Argentina

Entre tanto bodrio no deja de resultar gratificante encontrar en televisión un programa como "Escenas de la Novela Argentina". Coproducido por la Biblioteca Nacional y la Televisión Pública, el mismo consta de cuatro clases a cargo del escritor Ricardo Piglia e invitados. Por medio de un logrado equilibrio entre claridad y precisión, Piglia evita cualquier tipo de solemnidad  y se hace entender aún para quien no tenga demasiadas nociones previas y logra despertar en el espectador las ganas de lanzarse a leer las obras mencionadas.  El programa brinda la posibilidad de hacer como si uno estuviera tomando una clase en la Facultad de Filosofía y Letras y en lo personal, da gusto asistir a una clase preparada con esmero en la que, por ejemplo, para pensar las relaciones entre literatura y periodismo se propone un diálogo entre "Los siete locos" de Roberto Arlt (obra que desde la literatura aborda el periodismo) y "Operación Masacre" de Rodolfo Walsh (quién desde el periodismo desembarca en la literatura). Para los que se lo perdieron, en YouTube pueden encontrarse las emisiones.

viernes, 24 de agosto de 2012

Cine - Woody Allen - A Roma con amor

Parece haberse convertido en un clisé decir, ante el estreno de cada uno de sus nuevos films, que no estamos ante la mejor película de Woody Allen. Este lugar común, repetido hasta el abuso en las reseñas más el afán despectivo que encierra, resulta sospechoso cuando menos de pereza de parte del crítico, amén de cuestiones casi inadmisibles como que le asignen “dos estrellas” de puntuación cuando no se privan de ponerle cuatro a cualquier “tanque” de Hollywood.
Roma es un film absolutamente disfrutable, con momentos disparatados y unas cuantas ocurrencias dignas de aplauso (no es una apreciación meramente personal; en el cine las risas eran generalizadas). Es una película coral sí, pero que no cae en el lugar común de este tipo de obra. Aquí las historias no se cruzan o, en todo caso, se cruzan con la ciudad de Roma pero nunca entre sí. De los muchos personajes, algunos están más logrados que otros pero los menos acabados resultan como mínimo interesantes o simpáticos y los demás deparan momentos inolvidables. El humor de Woody Allen además de ocurrente, promueve la reflexión, es un humor ácido, que deja al desnudo infinidades de actitudes humanas. Roberto Benigni siempre me ha resultado un plato de difícil digestión pero acá está genial, es el actor justo para el rol y no es el único acierto de Allen en ese sentido. El personaje que se vuelve famoso de la noche a la mañana sin haber hecho nada que lo amerite y que, al poco tiempo y con la misma ligereza, vuelve a ser un don nadie, asoma como una tomada de pelo a esta cultura de realities y de cinco minutos de fama tan en boga en los últimos tiempos, donde las personas son utilizadas y descartadas por los medios. Woody Allen lleva la situación al absurdo de millares de personas interesadas en saber si el personaje de Benigni duerme boca arriba o boca abajo o si prefiere sleeps o boxers, pero basta encender la televisión y hacer una recorrida para encontrar por doquier reportajes por el estilo.

Otra historia muy lograda es la de la provinciana (Alexandra Mastronardi) que idealiza a los artistas. En otra genialidad, Allen nos presenta a un galán de cine, gordo, pelado (Antonio Albanese) y de modales toscos que las mujeres ven como si fuese una deidad.

Se mofa de la hipocresía de las clases altas, con la prostituta (Penélope Cruz) que todos miran con desdén en público y visitan en privado; y también del arte como ritual solemne e impostado, con el tipo que solo puede cantar bien en la ducha. No falta tampoco, uno de sus temas más transitados: la fragilidad de las relaciones de pareja., la seducción, la infidelidad.
En definitiva, Allen nos hace reír mostrando cosas que son “para llorar” y, por momentos, nos hace llorar de la risa.
Roma, además y como si esto fuera poco, ofrece el plus de volver a tener a Woody en la pantalla y, en cada función, la carcajada brota ante el primer bocado que mete.

No me interesa ubicar a “Roma” en un imaginario ranking entre los films del propio Woody Allen, me contento apenas con recomendar una de las mejores películas que pueden verse en nuestra cartelera.

jueves, 16 de agosto de 2012

Cine y Ecología– Green Film Fest en Buenos Aires





Entre el 16 y el 22 de agosto se estará llevando a cabo la tercera edición del Festival Internacional de Cine Ambiental, en el Cinemark de Palermo (Bulnes y Berutti). El programa del mismo consta de 14 films documentales que abordan distintos aspectos de la problemática ambiental.

Es difícil recomendar obras sin haberlas visto aún, por lo que me limito a mencionar algunas obras que vienen precedidas de buenos comentarios.

En “La sed del mundo”, el fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand, cuya muestra “La tierra vista desde el cielo” recorrió todo el mundo incluyendo la Argentina hace algunos años, revela junto a Thierry Piantanida y Baptiste Rouget-Luchaire, la problemática del agua potable.

Play again”, del director norteamericano, Tonje Hessen Schei, aborda las consecuencias de que los niños pasen mucho más tiempo frente a pantallas que ante un entorno natural.

En “The clean bin Project”, el canadiense Grant Baldwin y su pareja Jen, documentan el año en que se propusieron vivir sin generar ningún tipo de basura.

Sushi”, dirigida por Mark Hall, muestra cómo la industria del sushi está alterando el equilibrio ecológico en los mares.

Visual Telegrams” se anuncia como un ejercicio conjunto en el que treinta directores de diferentes países (Pablo Trapero representa a la Argentina) presentan cada uno un cortometraje de dos minutos (de ahí lo de telegrama visual) sobre cuestiones ambientales y el cuidado del planeta.

La programación completa puede verse en www.greenfilmfest.com.ar



martes, 31 de julio de 2012

Literatura - Julio Cortazar

La diferencia entre buena y mala literatura siempre me había parecido una distinción bastante difusa hasta que tuve la experiencia de leer, en paralelo y por esos gratos azares de la vida,  un bestseller de gran éxito en los últimos años por un lado y por el otro, un libro de relatos de Julio Cortázar. El primero narraba con lenguaje corriente una serie de peripecias de algunos personajes que podrían haber obtenido algo más de mi interés de no ser por el contraste irrecusable con la prosa del segundo. Ni bien dejé el best-seller y me puse a leer a Cortázar me dije: ¡Esto es otra cosa!
 
Lejos de la pereza de recurrir a frases hechas, Cortázar desempolva su creatividad gestando un efecto de belleza en cada frase. Donde otro escribiría "la cargoseaban con tanto beso" él pone: "La besaron tanto entre Inés y su madre que le quedó la cara como caminada" (Bestiario). Frases de estas se encuentran en cada página y ninguna es gratuita, ya que todas se convierten en piezas esenciales al servicio de la narración, que muchas veces logra incomodar sin que al lector le duela.
 
Acercarse a la obra de este genial escritor es algo que recomiendo casi como una obligación, por lo que me permito compartir la información sobre un grupo de estudio sobre su obra, coordinado por el escritor Gustavo Di Pace.  Dejo los datos tal cómo me los han enviado:
 
 
El club de la Serpiente


Grupo de estudio de la obra de Julio Cortázar
 
Temario:
 
  • Los primeros y póstumos libros: Divertimento, El examen y Diario de Andrés Fava
  • Llaman al teléfono, profesor Julio
  • Cortázar y Felisberto, dos amigos que nunca se conocieron.
  • Sobre la teoría del túnel, sobre el fantástico desencantado, sobre el Cortázar ensayista
  • La conexión Cortázar- Borges, algo más que la historia del Minotauro contada el mismo año
  • Publicación de Bestiario y partida a Europa
  • Final de juego, una vuelta de tuerca al género fantástico
  • El perseguidor, ni cuento ni novela: short story (y mucho jazz)
  • La novela que empezó con un sueño: Los premios
  • Cronopios, famas, esperanzas… para "ablandar un poco el ladrillo todos los días”
  • Rayuela, un tablero de dirección, o cómo hacer estallar el formato “novela”.
  • Las cartas de Julio Cortázar también son literatura… Alejandrísima lo sabe.
  • Los libros almanaque (y más y más cuentos)
  • El Cortázar revolucionario
  • Llegada al cómic: la imaginación y el afán de experimentar del gran Julio siguen haciendo lo suyo
  • Los autonautas de la cosmopista: una expedición surrealista
  • Salvo el crepúsculo: Sonetos eróticos, prosa poética, canciones hechas papel, juegos literarios y manuscritos
  • Julio siempre Julio
 
Comienzo: 8 de agosto (continúa los días 15, 22 y 29)
 
Horario: 19 a 21 hs
 
Duración: 4 encuentros de 2 horas cada uno.
 
Arancel: 200 pesos
 
Coordina: Gustavo Di Pace
 
Lugar: Sudeste Libros, Av. Corrientes 1773, casi esquina Callao
 
Inscripción: Si querés formar parte de El club de la Serpiente, comunicate al 153 211 2889 o enviá un e-mail a gdipace@gmail.com

martes, 10 de julio de 2012

Literatura - Música - Homenaje a Alfonsina Storni

Si nos mencionan a Alfonsina Storni es factible que nos venga a la mente la imagen de una mujer internándose paso a paso en el mar, y a los oídos la voz de Mercedes Sosa inmortalizando ese desgarrador momento. Sin embargo, hay toda una vida y una obra detrás de ese final; fruto de una mujer que se salió de los moldes que su época le ofrecía para aventurarse en el vertiginoso camino de seguir su propio deseo.

Para escaparse de los moldes impuestos el primer paso es descubrirlos, hecho que Alfonsina dejó señalado en algunos poemas como el citado:



Cuadrados y ángulos


Casas enfiladas, casas enfiladas,


casas enfiladas.


Cuadrados, cuadrados, cuadrados.


Casas enfiladas.


Las gentes ya tienen el alma cuadrada,


ideas en fila


y ángulo en la espalda.


Yo misma he vertido ayer una lágrima,


Dios mío, cuadrada.


Vida y obra de Alfonsina serán homenajeadas este jueves 12 de julio a las 20 hs. Con entrada Libre en la Casa de la Lectura, Lavalleja 924, Buenos Aires. El evento se anuncia como una reunión de canciones compuestas en base a sus poemas, más una lectura de textos periodísticos, relatos autobiográficos e imágenes de época.

Composición, guitarra y voz: Mónica Copello.

Lectura y proyección de imágenes: Estela Fares.

sábado, 30 de junio de 2012

Literatura - Concurso de Cuento Raro

La etimología de la palabra raro nos conduce al latín "rarus" que tenía el significado de "escaso o poco frecuente".  Que algo sea raro no implica necesariamente que sea bueno, pero en estos tiempos de "globanalización", donde la mayoría de lo que se publica es tan parecido y tan poco sustancioso, lo raro al menos abre la esperanza de encontrar algo interesante.
Outsider y Eterna Cadencia organizaron un concurso de cuentos raros, cuyos premios se develarán el martes 3 de julio a las 19hs en Honduras 5574 (Palermo). Los mejores cuentos se publicarán a su vez en una Antología del Cuento Raro. La entrada es libre y todos los lectores curiosos quedan invitados.

lunes, 30 de abril de 2012

Cultura en Buenos Aires

Si uno se guiase por las propagandas , la cultura pareciera estar de maravillas en Buenos Aires: el BAFICI, la Feria del Libro, el Festival de Poesía, el de Circo, más una cantidad de alternativas que se anuncian en el sitio web del Gobierno de la Ciudad y en los spots que se muestran en cualquier dependencia municipal por la que uno transite. Lástima que además uno camine por ahí, y puede acercarse a alguno de los talleres de los centros culturales barriales para enterarse que los profesores no han cobrado todavía en lo que va del año (¡cuatro meses completos al momento de escribir esto!). Una verguenza que no admite justificativos.
Quizás este tipo de discordancias permitan comprender lo que sucedió en el cine 25 de Mayo durante una de las funciones del BAFICI (es probable que el episodio se haya repetido en otras salas  pero solo voy a referirme a lo que me consta en forma personal). Previo a la película, se proyectó un spot, que podría ser muy lindo en otro contexto, sobre lo importante que somos cada uno de los habitantes de la ciudad. Cuando al finalizar el mismo, el logo y la tipografía permitió reconocer que se trataba de una publicidad del gobierno de la ciudad, el público estalló en un abucheo generalizado. Alguien gritó “caraduras” y se ganó una ovación; otro exclamó: “Si somos tan importantes, pagá los sueldos” y cosechó incluso más aplausos de los que recibiría luego una interesante película coreana.
Entre las propagandas y los hechos , algo no concuerda en Buenos Aires.

miércoles, 4 de abril de 2012

Teatro - Cosas tristes

En una época en la que las pseudoamistades de las redes sociales parecen ir desbancando a los vínculos tradicionales, resulta interesante el hallazgo de “Cosas tristes” en nuestra cartelera teatral. Bajo la dirección de Nano Zyssholtz, la obra pone el foco en una amistad de esas que vienen de la infancia y que perduran en el tiempo con sus idas y venidas.




La obra nos introduce en las vidas de tres jóvenes amigos, cuya relación muestra algunas grietas. De esas grietas sacan provecho el director y los autores a través de una puesta en escena muy ajustada, nada pretenciosa, muy acorde con lo que se intenta narrar. Tres sillones y una pantalla. La historia la van narrando los protagonistas, cada cual en su sesión de terapia.




Cada uno tiene su sillón y le hablan, por turnos, a un terapeuta que no se ve, que de algún modo es el público. El clima está tan bien logrado que, en cierto punto, cuando uno de los personajes confesaba ciertas cuestiones, como psicoanalista entreverado en el público, tuve ganas de realizar alguna intervención.



Por otra parte, resulta muy pertinente el modo en que la obra utiliza las proyecciones de video. Allí presenciamos sus encuentros-desencuentros. Los vemos ir a buscar al aeropuerto al amigo que vuelve de España y los espiamos en una fallida fiesta de cumpleaños. Lo que no se dicen entre ellos, lo hablan en sesión. Lo que no muestran las pantallas, lo completa la intimidad del consultorio; intimidad que la iluminación se ocupa de marcar.



En el cruce entre ambos registros vemos que el “exitoso” no lo es tanto, que un amigo a veces se elige para parecer uno menos desgraciado en la comparación y que las amistades no suelen escapar a la ambigüedad que tiñe las relaciones humanas.



Ivanke, Darío Szmulewicz, Nano Zyssholtz están a cargo del guión y son, también, quienes la actúan. No los conozco pero intuyo que son amigos. Amigos que escribieron la obra, amigos que la actúan, poniéndole el cuerpo a la envidia, a la ternura, al desdén y al humor mientras relatan “cosas tristes” que dan risa, cosas tristes que generan compasión, empatía, identificación con esos seres que sufren, sin atreverse a confesarse con los amigos aunque terminen desnudando sus almas frente al público-analista.



La web, el chat, los celulares son también "cosas tristes" y se muestran, paradójicamente, como elementos de incomunicación. En tiempos en los que impera el narcisismo y lo imaginario predomina en las webs donde cada cual cuelga sus mejores “photoshops”, adornados con frases de compromiso extraídas de algún “powerpoint”; estos amigos revelan sus debilidades, lo hacen con pudor, titubeando, casi a su pesar. En definitiva, se muestran humanos, lo que despierta empatía en el público y nos lleva a acompañarlos, reconocernos en ellos y a recomendar esta obra a los amigos.




En el Espacio Cultural Pata de Ganso, Zelaya 3122 (detrás del Abasto), 4862-0209.

viernes, 30 de marzo de 2012

Música - Roger Waters

La visita de Roger Waters a nuestra ciudad ha suscitado una catarata de lugares comunes: “el cerebro de Pink Floyd” (¿Gilmour qué era? ¿el alma? ¿las orejas?), “un genio del rock”, “un espectáculo alucinante”, “un canto a la libertad” (hay que tener una falta de pudor importante para seguir valiéndose de una frase tan trillada), “una obra contra el autoritarismo” (Mauricio Macri dixit).




No creo que a Waters le quepa el adjetivo “genio” que tan ávidos estamos de asignar. Su productividad en tantos años queda muy lejos de la de otros que han merecido tal calificativo. Roger Waters, más bien, parece un interesante ejemplo de sublimación.



Tuvo una infancia complicada, el padre murió en la guerra, la madre lo asfixiaba, en la escuela sufrió diversos maltratos y luego de grande, tal como el protagonista de “The Wall” (hago uso de sus metáforas) se le hizo muy difícil soportar el delgado hielo de la vida moderna.



En algún momento, a punto de caer en las grietas que sentía rajarse a sus pies, logró sublimar todo aquello y transformarlo en una obra de arte. Pudo sacarse los gusanos de la cabeza, derribar el muro que había estado levantando a su alrededor y eludir ese destino de psicosis o de autista confortablemente adormecido.




En varios reportajes Waters se ha declarado sorprendido por las repercusiones de “The wall”, ya que estaba convencido de haber escrito algo suyo, autobiográfico, como para sacárselo de encima; y se vio sorprendido por la recepción mundial de su obra y la variedad de interpretaciones que se fueron gestando a su alrededor.



El término sublimación fue postulado por Freud para referirse a ciertos procesos en los que las pulsiones parciales convergen hacia la realización de actividades socialmente valoradas, como el trabajo artístico o intelectual. La sublimación es una de las vías posibles para canalizar el famoso “malestar en la cultura” que tan bien describió Freud.



La palabra sublimación se utilizaba ya antes en química, para nombrar el proceso por el que un elemento pasa del estado sólido al gaseoso. La sublimación remite entonces a un cambio de estado. Si bien, el hinduismo y demás filosofías orientales no utilizan la expresión, lo que en psicoanálisis se denomina sublimación podría emparentarse con los procesos descriptos por estas filosofías a través de los cuáles se logra elevar la energía de los chakras bajos a los más altos.




Freud dejó el concepto sin un desarrollo exhaustivo, por lo que quedan hoy en día muchos interrogantes al respecto. ¿Por qué algunas personas logran tramitar sus impulsos más densos a través del arte y otros no? Los mecanismos no han sido suficientemente estudiados en nuestra cultura como para generar recetas a seguir, por lo que los procesos sublimatorios simplemente parecen ocurrir, casi como fenómenos espontáneos, en ciertas personas y bajo ciertas circunstancias. Poco sabemos de esto; y es muy probable que el propio Waters tampoco lo sepa; de hecho, no ha vuelto, desde entonces, a concebir una obra de similar calidad a aquella que hubo de salvarlo.



Quizás los genios sean aquellos que aprendieron a dominar los procesos sublimatorios como para aplicarlos "a voluntad". A Roger Waters parece haberle sucedido algunas veces y le ha resultado suficiente para encontrar su lugar en el mundo.

lunes, 5 de marzo de 2012

Cine - El artista

¿Qué tiene esta película como para gustarle a todo el mundo? Habrá alguna excepción por ahí, por supuesto, pero el film de Michael Hazanavicius, teniendo todos los atributos necesarios para ser rechazado (es mudo, en blanco y negro, no tiene escenas de sexo, ni siquiera un beso, no hay tiros… bueno, en verdad, sí hay un tiro), sin embargo, ha logrado cautivar tanto al espectador que consume los estrenos del momento sin preocuparse por conocer el nombre y antecedentes del director; como también a los cinéfilos, incluso a aquellos recelosos de las nominaciones del Oscar y más proclives al cine coreano o iraní.


¿Qué tiene el artista (no confundir con el homónimo film argentino, también muy recomendable y comentado en este blog tiempo atrás) como para generar tal grado de aceptación? Formulo la pregunta como se supone deben formularse, es decir, sin la respuesta a mano.



La historia del film transcurre durante una época de cambio: el pasaje del cine mudo al sonoro, generador de toda una revolución en la industria cinematográfica. Tenemos un personaje que se adapta y otro que no. Alguien que sube y alguien que cae en desgracia.




Los tiempos actuales son cada vez más vertiginosos y los momentos de cambios casi constantes. Hoy en día el mundo nos exige adaptaciones permanentes. Atrás quedaron los tiempos de nuestros abuelos, que trabajaban toda su vida en el mismo lugar, haciendo la misma tarea y con ellos también las heladeras que duraban toda una vida y las lamparitas que iluminaban durante años. Ahora los aparatos tienen fecha de caducidad, la tecnología genera objetos que pasan, en pocos meses o años, de ser un “boom” a meros desechos. El mundo actual nos pone a cada rato en la posición del personaje de George Valentin (interpretado por Jean Dujardin). Todo el tiempo tenemos que estar adaptándonos a algo.



Al comienzo del film, George Valentin es un actor de moda, sus películas repiten una fórmula que llena los cines. George gana mucho dinero y la muchedumbre lo aclama, sin embargo, parece aislado en el éxito, se relaciona con los demás por conveniencia y carece de vínculos reales, exceptuando la relación con su perro y luego la que despertará con Peppy Miller (interpretada por la argentina Berenice Bejo).

El cambio que implica la llegada del cine sonoro desestabiliza el falso status de George. Su prestigio comienza a caer y queda sumido en un estado lastimoso, del que es rescatado por el afecto de su perro y su amada. Un perro y un amor lo sostienen hasta que George logra su primer balbuceo. Contra lo que puedan suponer los devotos de la fama, la película muestra con claridad que tanto en el éxito como en el fracaso posterior, George Valentin está solo, alienado, lejos de sí.

Está muy bien lograda la escena en que George queda aturdido por el ruido de las cosas mientras no puede escuchar su propia voz. En estos tiempos tan vertiginosos, se hace difícil dar con la propia voz. Entre tanto ruido, tantos objetos y exigencias, no resulta sencillo hacer lazo con los otros como tampoco escucharse a uno mismo. Quizás por algo de esto, nos veamos reflejados en “El artista”.

lunes, 20 de febrero de 2012

Fotografía - Bienal Internacional en el Borges

Una idea se desprende al repasar la muestra, a partir del interjuego entre el título de la misma y la disposición de las obras. Carteles y folletos hablan de fotografía “artística y documental”; sin embargo al recorrer las salas de la bienal, las imágenes parecen constituir un todo orgánico (la curaduría de la muestra es mérito de Virginia Fabri, Julio Hardy y Analy Werbin), de modo que la distinción entre lo artístico y lo documental se desdibuja. Por supuesto, la principal pista para discriminar las fotografías artísticas de las documentales son las evidencias de montaje e intervención digital., que podemos advertir, por ejemplo, en la foto de Dina Bova (Israel), “Tiempo de perder y tiempo de encontrar”.

En “Aprendiendo los números naturales” no hay evidencia de Photoshop pero el ida y vuelta entre el propio título asignado a la foto y la imagen de ese niño africano, desnudo frente al pizarrón escribiendo los números, dice mucho a nivel artístico sobre el cruce de naturaleza y cultura.





En ambos casos, en el montaje digital o en el encuadre sutil de un instante, tanto en uno como en otro hay documento y también expresión artística.



Es conocida la anécdota de Picasso en la que alguien le preguntó por qué pintaba de modo tan irreal a las mujeres. Don Pablo preguntó a su interlocutor cómo era una mujer real, a lo que el hombre sacó de su bolsillo una fotografía de su esposa. Picasso sentenció: ¿Esa es su mujer? ¡Qué pequeña!¡Y qué plana!




La cámara es un dispositivo tecnológico que aparenta representar en forma objetiva la realidad, pero parte de la misma se escabulle. La cámara no puede mostrar todo, el artista elige un encuadre, algo queda dentro y algo queda fuera, pone el foco en algo, por ejemplo, en una mirada en la multitud, dándole entidad al reparar en ella. Así como el psicoanalista escucha un fallido, algo que se escurre en el decir y que da cuenta de otro orden; el artista ve algo que los demás no ven.




En esta bienal, más de ciento cincuenta fotógrafos de distintos orígenes, nos muestran lo que normalmente no vemos. Puede visitarse en el Centro Cultural Borges, de 10 a 21 hasta el 27 de febrero.




Advertencia: en la muestra hay una fotografía tomada en Afganistán que es de aquellas que hacen que uno quite la vista, una imagen muy fuerte que refleja algo que nadie quiere ver y que puede afectar a las personas sensibles (como deberíamos ser todas las personas). Aviso para que no los tome de sorpresa como a mí.






sábado, 4 de febrero de 2012

Literatura - La hora de la estrella

Corregidor editó recientemente en Argentina, para su colección “Vereda Brasil”, la obra póstuma de Clarice Lispector, “La hora de la estrella”, escrita en 1977, apenas unos meses antes de morir.


La hora de la estrella no es otra cosa que la hora de la muerte. “En la hora de la muerte las personas se vuelven brillantes estrellas de cine, es el instante de gloria de cada uno y es como cuando en el canto coral se oyen agudos sibilantes”. Cuando la sensibilidad de un artista se topa con la cercanía de su propia muerte, siempre que la misma le otorgue tiempo suficiente, estamos ante la posibilidad de una obra maestra; pienso, por ejemplo, en “El sacrificio” del genial cineasta Andrei Tarkovski o en “Los conjurados” de Borges.




La historia es narrada por un escritor (varón) quien anuncia la creación de un personaje: “… en una calle de Rio de Janeiro, atrapé al vuelo el sentimiento de perdición en el rostro de una muchacha nordestina”. Macabea, el personaje en cuestión es una chica del interior (del Nordeste de Brasil) que se traslada, como tantos otros, a una gran ciudad. “Me limito a contar las pobres aventuras de una chica en una ciudad toda hecha contra ella”.




El escritor amaga en forma constante con iniciar la narración aunque la dilata hablando de sí mismo (“Discúlpenme, pero voy a seguir hablando de mí, que soy mi desconocido…”), con lo que, en definitiva, tenemos algo así como dos personajes: un narrador-personaje y la joven Macabea.




Mientras nos cautiva con sus reflexiones, el escritor va espolvoreando datos de la protagonista y cuando parece, promediando el libro, que la narración no va a empezar nunca, de pronto nos encontramos metidos en la historia. Con una joven anodina, cuya vida es casi nada, como el café frío, Lispector construye un relato fascinante donde lo social y lo existencial se contrapesan, y la nada se transforma en vacío esencial.




Los hechos son sonoros pero entre los hechos hay un susurro. Es el susurro lo que me impresiona”. Lispector es conciente de las limitaciones del lenguaje, sabe que hay cosas indecibles (lo que Lacan designó como “lo real”, aquello que queda por fuera del registro simbólico) y alrededor de ese vacío hilvana sus palabras. Tenemos entonces una historia hecha de susurros, susurros en torno a lo real.




Clarice Lispector, como su escritor-personaje, se resiste a ser apenas una válvula de escape “de la vida aniquiladora de la burguesía de clase media” para sacar chispas con su prosa poética y sacudirnos ante lo real de la muerte.




Las cosas son siempre vísperas del morir, perdónenme por recordarles, porque en cuanto a mí, no me perdono la clarividencia”. Perdón eterno para esta escritora que, si bien a lo largo de toda su carrera fue difícil de clasificar, alcanza con su prosa en "La hora de la estrella" un grado de desnudez que hiere, con la libertad propia de una artista que sabe que está por morir y suelta, como en un último suspiro, toda su poesía.


miércoles, 11 de enero de 2012

Cine - La cueva de los sueños olvidados

Si te enterases que se ha descubierto una cueva que había permanecido escondida durante treinta y dos mil años, y que en ella se encontraron, por lejos, las pinturas rupestres más antiguas de que se tenga noticia, amén de gran cantidad de restos óseos de mamíferos ya extinguidos, huellas y demás ¿no te interesaría entrar a dar un vistazo?
Me refiero a la cueva de Chauvet, bautizada así en homenaje al explorador que la descubrió en 1994, en el sudeste de Francia. Un desprendimiento rocoso hace miles de años selló la entrada de la caverna, hecho que mantuvo a la misma oculta y permitió la perfecta conservación de las pinturas.
Cuando Werner Herzog se enteró del descubrimiento movió cielo y tierra para que lo dejaran filmar. Su perseverancia y fama mundial logró que le permitieran el ingreso por cuatro días, durante unas pocas horas por día y con un equipo reducido a dos personas.
El resultado es “La cueva de los sueños olvidados”, película que, siendo Herzog su artífice, trasciende el mero documental (que ya de por sí hubiese sido muy interesante) para convertirse en una joyita que rinde justo homenaje a los primeros artistas de la humanidad. En la película dan testimonio, por supuesto, geólogos, paleontógos y arqueólogos (Herzog dirige las entrevistas de modo de obtener siempre un plus de cada uno de ellos), pero además, Herzog aporta su propio espíritu creativo contribuyendo con imágenes de Fred Astaire bailando con su propia sombra (en una posible alusión a la caverna de Platón que nunca se subraya) y unos cocodrilos albinos que hacen las veces de puente entre lo primitivo y la época actual.
Cuando Herzog vio por primera vez la cueva decidió adoptar la tecnología 3D para registrar las obras que decoran los pliegues y protuberancias del lugar.
Las imágenes en 3D nos permiten estar ahí, a centímetros de esas pinturas de osos, mamuts, leones y caballos, algunas de las cuales podrían estar expuestas en cualquier museo de arte moderno. Mientras la cámara deambulaba por los recovecos de la cueva tuve el impulso de extender el brazo para tocar unos huesos.

A la película de Herzog la estrenaron la semana de año nuevo, con los cines cerrados el fin de semana y en pocos días será, con seguridad, barrida de las salas por los estrenos de “Las aventuras de Tin Tin”, “Los muppets” y “Misión Imposible” 4 o 5 (vaya a saber por qué número van) con Tom Cruise. Misión casi imposible será entonces ingresar a la cueva de Chauvet, esa especie de cápsula del tiempo en la que los orígenes del arte de la humanidad pueden apreciarse como si todo hubiese ocurrido ayer. Me considero un privilegiado por haber podido entrar.