El hecho de que los hermanos estén distanciados no es en la película algo que se diga, es algo que se muestra; de hecho, los personajes de Puig y Francella no comparten plano hasta recién el final. La directora del film, mujer, como las que intentan promover la reunión de los hermanos en la familia, va mostrando sus vidas mediante una sucesión de pinceladas paralelas. La distancia, entonces, no es algo que se nos informe, no es algo que se ponga en boca de un personaje, como suelen resolverse muchas veces estas cuestiones, no, Ana Katz nos lleva a sentir esa distancia. El paralelismo incluye dos síntomas: la obsesión del personaje de Puig ante esos misteriosos pozos que comienzan a aparecer en el country donde vive, y la extraña discapacidad del personaje de Francella, que de un día para el otro pierde la capacidad de leer. Juan (Francella) muestra una imposibilidad de acceder al mundo de las convenciones establecidas, queda excluido, queda fuera. Su hermano Luis (Puig), por el contrario, parece dominarlo, tiene éxito, dólares, esposa, propiedades; parece haber llegado a lo más alto y sin embargo se muestra tan vacío como su hermano pobre. Agujeros existenciales, uno real (esos pozos sobre los que nada válido puede decirse), otro simbólico (la incapacidad de leer como una insuficiencia en el acceso a lo simbólico) que nada logra taponar. Esa distancia, ese vacío, se juega también en el tono de
miércoles, 20 de julio de 2011
DVD - Los Marziano
En tiempos invernales es casi estadístico el aumento de alquileres de DVD por lo que me permito en esta ocasión recomendar uno de los últimos estrenos en la Argentina. Es probable que la película decepcione a muchos espectadores, no por sí misma sino por las expectativas que pueden haber generado los afiches, los avances, la presencia de Francella. “Los Marziano”, tercer film de Ana Katz, no es una comedia familiar, no es un drama que aborde temas “importantes” ni mucho menos un policial, aunque juegue con elementos de esos géneros para presentar un momento en la vida de una familia, centrada en dos hermanos.
El hecho de que los hermanos estén distanciados no es en la película algo que se diga, es algo que se muestra; de hecho, los personajes de Puig y Francella no comparten plano hasta recién el final. La directora del film, mujer, como las que intentan promover la reunión de los hermanos en la familia, va mostrando sus vidas mediante una sucesión de pinceladas paralelas. La distancia, entonces, no es algo que se nos informe, no es algo que se ponga en boca de un personaje, como suelen resolverse muchas veces estas cuestiones, no, Ana Katz nos lleva a sentir esa distancia. El paralelismo incluye dos síntomas: la obsesión del personaje de Puig ante esos misteriosos pozos que comienzan a aparecer en el country donde vive, y la extraña discapacidad del personaje de Francella, que de un día para el otro pierde la capacidad de leer. Juan (Francella) muestra una imposibilidad de acceder al mundo de las convenciones establecidas, queda excluido, queda fuera. Su hermano Luis (Puig), por el contrario, parece dominarlo, tiene éxito, dólares, esposa, propiedades; parece haber llegado a lo más alto y sin embargo se muestra tan vacío como su hermano pobre. Agujeros existenciales, uno real (esos pozos sobre los que nada válido puede decirse), otro simbólico (la incapacidad de leer como una insuficiencia en el acceso a lo simbólico) que nada logra taponar. Esa distancia, ese vacío, se juega también en el tono dela película. Por momentos parece ir hacia la comedia pero cuando nos preparamos para la carcajada, el clima se corta. En otros momentos la brújula aparenta encaminarse hacia lo dramático pero se detiene bastante antes de las lágrimas. Queda claro que esta tonalidad tan peculiar está buscada de ex profeso y es coherente con lo que se está narrando. Se trata de una película sobre la falta, sobre algo que falta, y la película se pone a tono, le falta algo para la comedia, le falta para el drama, como le falta algo a esos personajes que no pueden encontrarse.
El hecho de que los hermanos estén distanciados no es en la película algo que se diga, es algo que se muestra; de hecho, los personajes de Puig y Francella no comparten plano hasta recién el final. La directora del film, mujer, como las que intentan promover la reunión de los hermanos en la familia, va mostrando sus vidas mediante una sucesión de pinceladas paralelas. La distancia, entonces, no es algo que se nos informe, no es algo que se ponga en boca de un personaje, como suelen resolverse muchas veces estas cuestiones, no, Ana Katz nos lleva a sentir esa distancia. El paralelismo incluye dos síntomas: la obsesión del personaje de Puig ante esos misteriosos pozos que comienzan a aparecer en el country donde vive, y la extraña discapacidad del personaje de Francella, que de un día para el otro pierde la capacidad de leer. Juan (Francella) muestra una imposibilidad de acceder al mundo de las convenciones establecidas, queda excluido, queda fuera. Su hermano Luis (Puig), por el contrario, parece dominarlo, tiene éxito, dólares, esposa, propiedades; parece haber llegado a lo más alto y sin embargo se muestra tan vacío como su hermano pobre. Agujeros existenciales, uno real (esos pozos sobre los que nada válido puede decirse), otro simbólico (la incapacidad de leer como una insuficiencia en el acceso a lo simbólico) que nada logra taponar. Esa distancia, ese vacío, se juega también en el tono de
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