lunes, 8 de agosto de 2011

Cine - Medianoche en París - Woody Allen

Hasta hace algunas décadas atrás solía escucharse todavía eso de que los niños venían de París. Para Woody Allen, lo que viene de París es la inspiración, esa que brota de una serie de hermosos planos de la ciudad con la que inicia la obra; esa que busca Gil (Owen Wilson), escritor de guiones de Hollywood que aspira a ser un gran novelista. Y el hechizo, al revés que en la fábula de la cenicienta, comienza a las doce, momento en que, también un carruaje, lo transportará hasta esa París que, según Hemingway, era una fiesta. Y la fiesta la podremos disfrutar los espectadores, cuánto más ilustrados mejor, dado que en este pasaje fantástico que Allen no se preocupará por explicar, Gil interactuará con Scott Fitzgerald y su mujer Zelda, T.S Elliot, Cole Porter, Gertrude Stein, Ernest Hemingway, Pablo Picasso, Salvador Dalí, Man Ray, Luis Buñuel. En un momento, como al pasar, Gil le da a Buñuel la idea para la película “El ángel exterminador”. Le propone un grupo de personas que no pueden salir de un salón y se quedan encerrados allí. Buñuel permanece atónito y pregunta: “¿por qué no salen y se van? No entiendo”. Gil le replica: “Porque no pueden”, ante lo que Buñuel insiste no entender. Según pude averiguar, en su momento, el estreno de “El ángel exterminador” deparó innumerables interpretaciones de los críticos, lo que llevó a Buñuel a agradecer socarronamente a los críticos por explicarle lo que él mismo no entendía de su película. De este tipo de detalles hay varios en el film y se pierden si uno no está al tanto de ciertas cuestiones; pero estas referencias están distribuidos de tal modo que no afectan el nudo de la historia, por lo que la película puede resultar más o menos rica para cada espectador sin que se pierda lo esencial.
Otra de las genialidades de Allen consiste en lograr una película muy original partiendo de una acumulación de clisés. Los padres de la novia, son el estereotipo del repúblicano de California. No los mueve otro interés más allá de los negocios y los bienes materiales. No le ven la gracia a caminar bajo la lluvia y cualquier comentario poético de Gil lo adjudican a un tumor cerebral. Estereotipados aparecen también los personajes históricos, y algunos secundarios como el sabelotodo petulante.



Aquí se conforma otra dualidad: el saber de los libros versus el saber de la experiencia. El profesor pedante comienza a dar cátedra sobre uno de los cuadros de Picasso y Gil, quien en una de sus incursiones al pasado presenció las vicisitudes de la creación del cuadro, lo refuta por primera vez. Allen arma todo un hilado de lugares comunes que producen una textura original, con algunos momentos desopilantes como la resolución del asunto del detective privado que le ponen los padres de su novia a seguirlo en sus incursiones nocturnas.


Desde que ha dejado de actuar, Woody Allen ha utilizado alter egos. Owen Wilson es uno de los más logrados: la letra que Allen le da, la pronuncia con la misma cadencia con que Allen lo hacía en sus tiempos de actor. Esto le termina de otorgarle a la obra la fluidez que el guión requería.


Si en la anterior “Conocerás al hombre de tus sueños” teníamos un conjunto de personajes insatisfechos con sus vidas, aquí los tenemos insatisfechos con su tiempo. Gil añora el París de los años veinte, Adriana (Marion Cotillard) añora la belle epoque, los pintores la belle epoque añoran el renacimiento y la rueda sigue hasta que Gil decide bajarse.



En un acto quizás irreverente, me animo a confesar que le hubiera dado a la película un final distinto. Hubiera terminado con Gil caminando solo bajo la lluvia, pero Allen dispone un final feliz, en una última apelación al clisé, lo cual no deja de tener lógica ni impide redondear una gran película. Al fin de cuentas, si de París venían los niños es porque París es la ciudad del amor, por lo que Gil no podría terminar deambulando solo.


La etimología dicta alguna vinculación entre originalidad y origen. Para ser original, Woody Allen vuelve al origen; al París de dónde venían los niños, al París de dónde proviene la inspiración.








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