En “Aprendiendo los números naturales” no hay evidencia de Photoshop pero el ida y vuelta entre el propio título asignado a la foto y la imagen de ese niño africano, desnudo frente al pizarrón escribiendo los números, dice mucho a nivel artístico sobre el cruce de naturaleza y cultura.
En ambos casos, en el montaje digital o en el encuadre sutil de un instante, tanto en uno como en otro hay documento y también expresión artística.
Es conocida la anécdota de Picasso en la que alguien le preguntó por qué pintaba de modo tan irreal a las mujeres. Don Pablo preguntó a su interlocutor cómo era una mujer real, a lo que el hombre sacó de su bolsillo una fotografía de su esposa. Picasso sentenció: ¿Esa es su mujer? ¡Qué pequeña!¡Y qué plana!
La cámara es un dispositivo tecnológico que aparenta representar en forma objetiva la realidad, pero parte de la misma se escabulle. La cámara no puede mostrar todo, el artista elige un encuadre, algo queda dentro y algo queda fuera, pone el foco en algo, por ejemplo, en una mirada en la multitud, dándole entidad al reparar en ella. Así como el psicoanalista escucha un fallido, algo que se escurre en el decir y que da cuenta de otro orden; el artista ve algo que los demás no ven.
En esta bienal, más de ciento cincuenta fotógrafos de distintos orígenes, nos muestran lo que normalmente no vemos. Puede visitarse en el Centro Cultural Borges, de
Advertencia: en la muestra hay una fotografía tomada en Afganistán que es de aquellas que hacen que uno quite la vista, una imagen muy fuerte que refleja algo que nadie quiere ver y que puede afectar a las personas sensibles (como deberíamos ser todas las personas). Aviso para que no los tome de sorpresa como a mí.
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