lunes, 5 de marzo de 2012

Cine - El artista

¿Qué tiene esta película como para gustarle a todo el mundo? Habrá alguna excepción por ahí, por supuesto, pero el film de Michael Hazanavicius, teniendo todos los atributos necesarios para ser rechazado (es mudo, en blanco y negro, no tiene escenas de sexo, ni siquiera un beso, no hay tiros… bueno, en verdad, sí hay un tiro), sin embargo, ha logrado cautivar tanto al espectador que consume los estrenos del momento sin preocuparse por conocer el nombre y antecedentes del director; como también a los cinéfilos, incluso a aquellos recelosos de las nominaciones del Oscar y más proclives al cine coreano o iraní.


¿Qué tiene el artista (no confundir con el homónimo film argentino, también muy recomendable y comentado en este blog tiempo atrás) como para generar tal grado de aceptación? Formulo la pregunta como se supone deben formularse, es decir, sin la respuesta a mano.



La historia del film transcurre durante una época de cambio: el pasaje del cine mudo al sonoro, generador de toda una revolución en la industria cinematográfica. Tenemos un personaje que se adapta y otro que no. Alguien que sube y alguien que cae en desgracia.




Los tiempos actuales son cada vez más vertiginosos y los momentos de cambios casi constantes. Hoy en día el mundo nos exige adaptaciones permanentes. Atrás quedaron los tiempos de nuestros abuelos, que trabajaban toda su vida en el mismo lugar, haciendo la misma tarea y con ellos también las heladeras que duraban toda una vida y las lamparitas que iluminaban durante años. Ahora los aparatos tienen fecha de caducidad, la tecnología genera objetos que pasan, en pocos meses o años, de ser un “boom” a meros desechos. El mundo actual nos pone a cada rato en la posición del personaje de George Valentin (interpretado por Jean Dujardin). Todo el tiempo tenemos que estar adaptándonos a algo.



Al comienzo del film, George Valentin es un actor de moda, sus películas repiten una fórmula que llena los cines. George gana mucho dinero y la muchedumbre lo aclama, sin embargo, parece aislado en el éxito, se relaciona con los demás por conveniencia y carece de vínculos reales, exceptuando la relación con su perro y luego la que despertará con Peppy Miller (interpretada por la argentina Berenice Bejo).

El cambio que implica la llegada del cine sonoro desestabiliza el falso status de George. Su prestigio comienza a caer y queda sumido en un estado lastimoso, del que es rescatado por el afecto de su perro y su amada. Un perro y un amor lo sostienen hasta que George logra su primer balbuceo. Contra lo que puedan suponer los devotos de la fama, la película muestra con claridad que tanto en el éxito como en el fracaso posterior, George Valentin está solo, alienado, lejos de sí.

Está muy bien lograda la escena en que George queda aturdido por el ruido de las cosas mientras no puede escuchar su propia voz. En estos tiempos tan vertiginosos, se hace difícil dar con la propia voz. Entre tanto ruido, tantos objetos y exigencias, no resulta sencillo hacer lazo con los otros como tampoco escucharse a uno mismo. Quizás por algo de esto, nos veamos reflejados en “El artista”.

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