Comienzo citando una descripción que figura en la obra:
"La luz clara que entraba por la ventana de encima del fregadero ribeteaba vagamente su silueta."
Murakami parece intentar arrojar luz sobre la vida moderna, sobre la vida de los jóvenes de hoy; y lo que ribetea vagamente es la falta de sentido. Lo hace de refilón, quizás la única forma de abordar ciertas verdades. El libro revolotea alrededor de la muerte.
En 1930 Freud publicó su ensayo "El malestar en la cultura". Freud fue un gran escritor pero no escribía novelas. Tokio Blues es una novela sobre el malestar en la cultura.
"Todos somos un poco raros. Todos tenemos algo que no encaja."
La novela nos permite recorrer la ciudad de Tokio y sus cercanías, a través de varios personajes que transitan la lucha entre la pulsión de vida y la de muerte. El recorrido se realiza con sutileza.
En la visita a un enfermo agoizante, el protagonista se pone a comer un pepino que termina compartiendo con el enfermo.
"El curioso crujido que se escucha al mascar un pepino." Es el crujido de la muerte.
Hay una cadena de suicidios y también personajes que deciden vivir. La distancia entre ambos grupos es mínima. Las similitudes y diferencias entre ambos se van virtiendo con naturalidad y en cuentagotas.
"Mi hermana llevaba una blusa blanca... Sí, una blusa sencilla, como la que llevo puesta ahora..., llevaba una falda gris, y las puntas de los pies apuntaban hacia abajo, igual que que en ballet te pones de puntillas. Entre las puntas de los dedos de los pies y el suelo había un espacio de unos veinte centímetros."
Es una novela que tiene una interesantísima construcción de personajes. Mientras estás leyendo el libro, podés verlos por la calle, rodeándote, cerca tuyo. Cualquiera de los que ves por ahí, deambulando por la ciudad, puede ser Watanabe, Naoko, Reiko, Nagasawa, Tropa-de-asalto, Kisuki, Hatsumi o Midori; incluso uno mismo.
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