domingo, 15 de agosto de 2010

Cine - Partir - Una mujer que se sale del marco

Partir podría haber sido una película más sobre adulterio, pero tiene algunas cosas que la hacen diferente. Ya desde la primer escena (la película comienza casi por el final) se plantea la dimensión trágica. En este sentido, más allá de alguna trampita, la directora Catherine Corsini tiene la honestidad de avisar desde el vamos que no habrá final feliz.

La historia nos presenta a Suzanne (Kristin Scott Thomas) en un punto de inflexión: luego de haberse dedicado a su marido y sus hijos se propone retomar su profesión de kinesióloga. Su marido (Yvan Attal ) le construye un consultorio dentro de la casa y le refriega la plata que ha tenido que invertir en ello.


En el transcurso de la obra, Suzanne se enamora de un albañil español (Sergi Lopez). En una de las primeras escenas entre ambos, Suzanne, embobada por el obrero, olvidará poner el freno de mano del auto al estacionar en una pendiente. Más adelante, abandonará los frenos en sí misma, ante ese impulso que terminará por desbordarla.


La película transcurre en los bordes, la historia, no por nada, transcurre cerca de la frontera de Francia con España. La edad de los personajes, que transitan la crisis de los cuarenta, también es limítrofe.


Uno de los conceptos que le debemos a Freud es el de pulsión, precisamente un concepto fronterizo entre lo biológico y lo cultural. No es posible la sociedad sin la sofocación de las pulsiones. La cultura busca domeñar la pulsión pero nunca lo logra del todo. Siempre queda un resto. Por lo general se mezclan y conviven en nuestro interior Eros y Thanatos, los impulsos de vida que tienen que ver con lo sexual en su sentido más amplio y la pulsión de muerte cuyos subrogados principales son la agresividad y el odio. Todo eso mezclado y refrenado por la cultura convive en nosotros. Cada tanto, algún límite se rompe y se produce la desmezcla pulsional, en la que la pulsión de muerte puede aparecer pura. Basta leer los diarios para recabar muestras de este tipo de acontecimientos. Algo de esto también podemos ver en “Partir”, en la mirada gélida de Kristin Scott Thomas, que, pura pulsión, lleva a su personaje más allá de los límites.


Hay una escena, breve pero impactante, en la que los protagonistas tienen sexo en el medio de un pastizal. La cámara deja fuera todo vestigio de cultura: parecen Adan y Eva en el paraíso. Claro que el paraíso será efímero y las sirenas de la policía invadirán el espacio auditivo.


La película puede llegar a incomodar a aquellos espectadores proclives al juicio moral como también a aquellos acostumbrados a identificarse con el bando “de los buenos”. Al principio es factible identificarse con la mujer que pareciera decidirse a lanzarse a la vida, después de haber estado muchos años casada con un hombre que la menosprecia e inmersa en una cotidianeidad chata. Sin embargo, esta simpatía comienza a deshacerse a medida que asistimos a las decisiones que el Suzanne va tomando.


Partir es una película francesa hecha por mujeres. Francia es justamente uno de los países más asociables con “la cultura”. La ya mencionada directora Catherine Corsini, la productora Fabienne Vonier y la directora de fotografía Agnès Godard son las mujeres que se atreven a poner el dedo en la llaga de la cultura.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿cuando sale, salio o saldra esta peli en mexico? urge respuesta por favor

Alejandro Quiroga dijo...

Tengo entendido que se estrenaba en agosto, sin más detalles.