La película alterna el seguimiento de tres hinchas de Boca: Pablo, “la tía” y Hernán.
Pablo, un muchacho de bajos recursos y pocas ideas, fanático de Maradona, al punto de juntarse con amigos para festejar el cumpleaños “del Diego” y sumarse como fiel a la iglesia maradoniana (disculpen, pero no me sale ponerlo en mayúsculas).
“La tía”, una señora que no solo no se pierde un partido de Boca sino que tampoco falta a los entrenamientos. Trata a los jugadores como si fueran de su familia y hasta les hace regalos para sus cumpleaños. Cuando les cuenta a sus amigas que le ha comprado un calzoncillo importado, boxer, para el cumpleaños de Palermo produce uno de los momentos más hilarantes del film.
Hernán, un fanático de clase media, capaz de emocionarse hasta las lágrimas con el recuerdo de un añejo gol de Mastrángelo. Hernán es el más reflexivo de los tres y ocupa algunas sesiones de su análisis en indagar cuestiones relativas a su adicción a Boca Juniors. Su analista, en otro punto alto del film, lo ayuda a producir algunas reflexiones sugestivas que vinculan su fanatismo con la sexualidad, con la identidad y con el misticismo; y le hace replantear el tema de la rivalidad con River (el otro, el enemigo, sin el cuál uno no sería lo que es por lo que, en cierto punto, no es ni tan enemigo ni tan otro).En los tres hinchas escogidos, pese a sus diferencias socioculturales, se escurre un elemento religioso-místico que justifica el título de la película (tengo entendido que el título original es “los creyentes”, lo cuál no modifica en absoluto la cuestión). Lo de Pablo con la iglesia maradoniana, la tía pidiéndole a la virgen por la victoria del equipo y Hernán caminando el césped de una bombonera vacía refiriéndose al hecho como una experiencia mística. Y así lo muestra Bendtzen, elevando la cámara desde ese inmenso templo pagano hasta el cielo del barrio de
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