Mauricio Kartum es un dramaturgo argentino de extensa trayectoria que nos vuelve a presentar una obra muy trabajada, tanto en su estructura narrativa como en su lenguaje y actuaciones. En “Ala de criados” Kartum se la toma con la clase alta argentina de principios del siglo pasado. Lo hace con una delicada mezcla de ironía, humor, sarcasmo y violencia.
La obra transcurre en un club de tiro en Mar del Plata, donde los señoritos de la clase alta disparan a las palomas y a veces a las toninas. Debido a los sucesos de la, luego bautizada “Semana Trágica”, no han quedado municiones ni casi gente, ya que todos se fueron a reprimir a los huelguistas. Quedan dos señoritos y una señorita, Tatana, quien mientras mira a sus hermanos se define como “lo más parecido a un hombre que hay por aquí”. Todos viven del Tata, de la plata del Tata, una especie de padre mítico. El Tata no está, se fue a Buenos Aires, quedaron estos tilingos, que parecen inofensivos pero se encargarán de mostrar su grado de violencia cerca del desenlace, cuando ven en la posible complicidad de un empleado del club la oportunidad de pergeñar algo así como una venganza de clase que les permita dejar de sentirse inútiles ante la mirada del Tata.
Pancho, no tiene alcurnia, no tiene apellido, es simplemente Pancho. Aunque duerme en el “Ala de criados” aclara que él es cuentapropista. Vive abasteciendo los caprichos de la clase alta, brinda todo tipo de servicios, incluyendo los sexuales. Los libros de historia, sitúan en la época en que transcurre la obra, el nacimiento de la clase media. El dato no parece menor. En la obra se siente la tensión entre lo tradicional, afincado y fijo, y lo nuevo, todavía informe.
Pedro, una suerte de empleado multipropósito, por momentos pareciera convertirse en uno de ellos, bromea con ellos, bebe con ellos, pero, más tarde, en medio de un logrado estallido de violencia, se verá cómo son las cosas realmente.
Pancho les enseña a disparar. Al principio disparan con miedo y el tiro sale “paf”. Hay que disparar seco, así, “pa!”, explica Pedro.
Tatana, se desdobla en personaje y narradora. Participa en los hechos y emite sus comentarios, atribuibles a su educación europea. Tatana rechaza las metáforas. Dice que son como esas armas que disparan muchos perdigones. Claro, puede que alguno de en el blanco, pero…
En su lugar, pregona un lenguaje preciso, que no deje resquicios como para que se filtre algo que pueda desequilibrarlos, algo revolucionario. Pero el lenguaje unívoco, tiene grietas. Ese lenguaje unívoco exige a los señoritos que se hagan hombres, a Tatana que asuma su femineidad, a Pedro que se ubique en su rol de servidumbre. La metáfora revela la ilusión del lenguaje preciso.
Ala de criados, ala de paloma, cortada para volver azaroso su vuelo. Metáforas, perdigones, alguno dará el blanco.
Kartum (quien según sus propias palabras, es un dramaturgo que a veces dirige) crea un mundo, un verosímil de una época, con un lenguaje muy cuidado, del que se nos escapan algunas palabras pero no el sentido general. Nos lo presenta pero no nos da todo servido, no es complaciente con el espectador, no explica, no redondea, no subraya metáforas. Queda en el espectador transitar los resquicios que la obra nos deja, para pensar, a nivel país, de dónde venimos y por qué estamos como estamos. La obra tira perdigones, algunos paf, otros pa! Puede que alguno de en el blanco.
Ala de criados. Escrita y dirigida por Mauricio Kartun. Intérpretes: Alberto Ajaka, Esteban Bigliardi, Rodrigo González Garillo y Laura López Moyano. Ultimas funciones. Teatro del Pueblo - Av Roque Sáenz Peña 943 (a metros del obelisco) - http://www.teatrodelpueblo.org.ar/
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