Si algo ha caracterizado a la obra de Gabriel es el riesgo. Cuando a fines de los sesenta, todos se dedicaban a hacer canciones de tres minutos intentando meterse en la estela exitosa de los Beatles, Peter Gabriel, formaba Genesis, grupo que exploró la integración del rock con la música clásica, algo que nunca se había intentado hasta el momento, y que luego profundizarían bandas notables como Yes o Pink Floyd. Piezas largas que emulan la estructura de una sinfonía, ejecutadas con la fuerza de los instrumentos rockeros. Obras conceptuales, en las que las distintas canciones revolotean alrededor de un mismo tema. En el caso de Genesis, a esto se le agregaron interpretaciones histriónicas que incluían disfraces alusivos a la historia que se estaba cantando.
Probablemente, en cierto momento, Gabriel haya sentido que había descubierto una fórmula, la había llevado hasta sus límites y ya no quería repetirse. La noticia sorprendió en las primeras planas de todas las publicaciones rockeras: Peter Gabriel abandonaba Genesis.
Y el hombre se dedicó a explorar otro tipo de sonido, más íntimo, menos pretencioso. Probablemente no tuviera muy claro lo que hacía y se haya dejado guiar por su intuición artística.
Incorporó entonces a su música, ritmos africanos, instrumentos provenientes de otras músicas, investigó con computadoras y dedicó mucho energía a ensamblar la música con lo visual (por si hiciese falta, recordamos aquí que los videoclips de Gabriel están dentro de los más creativos de la historia de la música moderna). Tuvo allí, otro momento de éxito masivo con hits como Sledgehammer, D’ont give up o Steam.
Cuando la fórmula estuvo aceitada, quizás haya captado que la cosa había dejado nuevamente de ser arte para semejarse más a una artesanía, a un producto que puede fabricarse siguiendo determinadas pautas. Entonces, Gabriel cambió de nuevo.
Hoy sorprende con un proyecto muy particular: ha decidido reinterpretar canciones de otros, en el marco de un intercambio. El proyecto consta entonces de dos etapas. En “Scratch my Back” Gabriel interpreta canciones de artistas, de diferentes generaciones como Lou Reed, los Talking Heads, Paul Simon o Regina Spektor, Bon Iver y Radiohead. Más adelante, en un segundo disco (I’ll Scratch yours” todavía sin aparición en el mercado) los mencionados músicos interpretarán canciones de Gabriel, generando una especie de diálogo artístico.
Yo interpretó una canción tuya y vos una mía. Vos me rascás la espalda y yo la tuya. Todo un juego sobre los distintos puntos de vista en la creación artística.
En “Scratch my back”, alejándose de su anterior etapa rítmica, Gabriel no utiliza batería ni instrumentos de rock. Solamente una orquesta de música clásica, con lo cual se propone privilegiar los textos y la melodía. En algunos casos, la canción original queda prácticamente irreconocible, en otras aparece reinventada, en muchos casos hace emerger de la obra algo que en el original estaba apenas latente.
Hace poco, en un reportaje, le escuché decir a Gabriel que le había llevado toda su estadía en Genesis y más cinco discos solistas, encontrar su propia voz. De ser así, tuvo que arriesgarse a romper con muchos lugares conseguidos hasta arribar a esa sensación de autenticidad. Ahora, desde ese lugar, con Scratch my back, intenta el diálogo con otros artistas, con otras voces.
Particularmente, y aquí viene la vinculación con lo terapéutico, me gusta pensar mi labor de psicoanalista, como la de un partero de subjetividades, alguien que acompaña el proceso mediante el cual una persona empieza a escuchar su propia voz. Alcanzar esta voz personal conlleva, muchas veces, rupturas arriesgadas, cambios que encontrarán resistencias de todo tipo, internas y desde el entorno. Entre todas las voces contradictorias que nos dicen: andá para acá, andá para allá, te conviene esto o lo otro, no es sencillo encontrarse. Y es interesante pensar que, muchas veces, desde esa confusión armamos nuestros vínculos, nuestras redes sociales.
Lindo ejemplo, nos aporta entonces Peter Gabriel, sobre las relaciones con el otro; las cuales pueden acometerse desde mandatos, identificaciones e impulsos destructivos o desde la voz espontánea de quien intenta asumir su propio deseo.
Incluimos aquí el tema "The power of the heart" en la interpretación de Gabriel primero, y más abajo, la versión original de Lou Reed.
(si no se ven los videos, tienes que actualizar la versión del Flash Player de tu navegador)
1 comentario:
También es terapéutica su voz. Y con un fondo de orquesta más aún.
Silvio Rodríguez hizo "Expedición" también con el concepto de la orquesta como musicalización, y quedó una joyita.
A conseguir este disco, ahora que sé de su existencia :)
Gracias!
Shirubana.
Publicar un comentario