


La primera parte del disco nos trae, en la mejor tradición del rock sinfónico, una suite de 23 minutos de duración, dividida en seis partes que pueden escucharse por separado o como una única pieza. La segunda mitad aporta cinco canciones más, entre las que se incluye “Solitaire”, una pieza acústica de Steve Howe que se sumará de ahora en adelante a las acostumbradas “Tristeza por un día” y “El aplauso”.
En líneas generales, el disco es muy parejo, la voz de Benoit luce muy bien, como si hubiera renunciado a imitar a Jon Anderson, volviéndose más auténtico.
Trevorn Horn tuvo un fugaz paso por la banda en el disco “Drama”. Su influencia ahora como productor, más la de Downes en los teclados, hace que “Fly…” recuerde en alguna medida a aquel. Y si el disco no alcanza la brillantez de un “Fragile” o un “Close to the edge” se debe, probablemente a la ausencia de Anderson, no tanto en la voz (recordemos que el cantante nuevo está impecable) sino en la composición.
El arte de tapa, también en la tradición del grupo, vuelve a ser obra de Roger Dean, que puebla sus paisajes de pequeños detalles, los cuales se aprecian mejor en la edición de vinilo.
Sin llegar al espacio sideral al que nos transportaba “Starship trooper” ni a las profundidades de los océanos topográficos, pero haciendo honor a su trayectoria, Yes ha levantado vuelo otra vez y nunca puede saberse hacia dónde.
Dejo la lista completa de temas y al final, el arranque del disco, como para que puedan escuchar algo.
1. Overture
2. We Can Fly
3. Sad Night At The Airfield
4. Madman At The Screens
5. Bumpy Ride
6. We Can Fly (Reprise)
7. The Man You Always Wanted Me To Be
8. Life On A Film Set
9. Hour Of Need
10. Solitaire
11. Into The Storm