 En varias oportunidades he escuchado mencionar a Rick Wakeman como “el mejor tecladista del mundo”. Aunque algunos artistas lo sean, el arte no es competitivo y carece de mecanismos, como tiene por ejemplo el deporte, para medir los méritos que permitan definir un ordenamiento de mejor a peor. Esto no impide que existan concursos, premios, rankings y afirmaciones tan entusiastas y desatinadas como la que suele circundar a Rick Wakeman. Aunque, por cierto, merecer tal desatino ya habla bien del hombre.
En varias oportunidades he escuchado mencionar a Rick Wakeman como “el mejor tecladista del mundo”. Aunque algunos artistas lo sean, el arte no es competitivo y carece de mecanismos, como tiene por ejemplo el deporte, para medir los méritos que permitan definir un ordenamiento de mejor a peor. Esto no impide que existan concursos, premios, rankings y afirmaciones tan entusiastas y desatinadas como la que suele circundar a Rick Wakeman. Aunque, por cierto, merecer tal desatino ya habla bien del hombre.Convengamos que Wakeman es un eximio tecladista, de dilatada carrera tanto en el rock como en la música clásica, conocido en todo el mundo por su trayectoria con el grupo YES como así también por su obra solista que incluye joyas como “Las seis esposas de Enrique octavo”, “Viaje al centro de la Tierra” o “Mitos y leyendas del Rey Arturo”.
 
Su presencia en el Buenos Aires agotó con rapidez las localidades obligando a agregar una nueva función.
Algo habrá sembrado Wakeman a lo largo de tantos años como para ser recibido con una tremenda ovación antes de tocar siquiera una nota. El propio Wakeman pareció sorprendido por tanto afecto y en varias ocasiones le costó encontrar las palabras para agradecer al público. Lo que nunca le ha costado son las notas, que sus dedos recorren, en ocasiones a velocidad asombrosa, sin errar nunca el destino. Sentado a un piano de cola y acompañado por 

El entusiasmo de la audiencia continuó luego de dos bises (“Merlín el mago” y “The jig”). Wakeman volvió al escenario una vez más, agradeció y a la vez dijo estar en un problema porque se les había acabado el repertorio ensayado con la orquesta, ante lo cual ofreció repetir un fragmento de “Viaje al centro de la tierra”. La situación derivó en los músicos rebuscando en sus partituras la página correspondiente mientras Wakeman los esperaba tocando el piano. Un momento simpático que un video colocado en YouTube me permite compartir con ustedes.
 




 
 




 Los bailarines, sus bailarines, no la rememoran con discursos sino bailando; no le dedican las consabidas palabras de enaltecimiento post-morten, le tributan una improvisación, una danza. Algo que salta a luz en la obra es el estilo personal de los bailarines, cada cual le pone a la danza su propia impronta. No bailan todos igual. Pina, como maestra, en lugar de enseñar un "pasito" para que todos lo repitan, procuraba extraer de cada bailarín el movimiento propio, distintivo de cada cual, aquello que dormía en su interior. En este punto, su tarea revela puntos de contacto con el del buen psicoanalista, partero de subjetividades, quien escuchando promueve que cada cual encuentre su propia voz.
Los bailarines, sus bailarines, no la rememoran con discursos sino bailando; no le dedican las consabidas palabras de enaltecimiento post-morten, le tributan una improvisación, una danza. Algo que salta a luz en la obra es el estilo personal de los bailarines, cada cual le pone a la danza su propia impronta. No bailan todos igual. Pina, como maestra, en lugar de enseñar un "pasito" para que todos lo repitan, procuraba extraer de cada bailarín el movimiento propio, distintivo de cada cual, aquello que dormía en su interior. En este punto, su tarea revela puntos de contacto con el del buen psicoanalista, partero de subjetividades, quien escuchando promueve que cada cual encuentre su propia voz. Pero si bien la película se inicia en un tono alto, luego no puede sostenerlo. Por momentos Malick parece regodearse mostrando lo bien qué filma, lo artista que es y, para mi gusto se empantana en los barros de
 Pero si bien la película se inicia en un tono alto, luego no puede sostenerlo. Por momentos Malick parece regodearse mostrando lo bien qué filma, lo artista que es y, para mi gusto se empantana en los barros de  Ya se consigue en las disquerías de nuestro país “Fly from Here”, el último álbum de YES. Producido por Trevorn Horn, con Benoit David en voz, Geoff Downes en teclados y los históricos Steve Howe (guitarra), Chris Squire (bajo) y Alan White (batería).
Ya se consigue en las disquerías de nuestro país “Fly from Here”, el último álbum de YES. Producido por Trevorn Horn, con Benoit David en voz, Geoff Downes en teclados y los históricos Steve Howe (guitarra), Chris Squire (bajo) y Alan White (batería). Algo que siempre llama la atención cuando se escucha a esta banda es que, como dijo un amigo, “nunca se sabe hacia dónde van”. Los medios masivos de comunicación han logrado que acostumbremos el oído a un formato de canción, del que siempre podemos augurar lo que está por venir. Esto nunca ha sucedido con la música de YES y tampoco ocurre en “Fly from Here”, álbum rico en permanentes cambios de ritmo y melodía; las canciones toman un rumbo inesperado, nunca se sabe para dónde van y ni siquiera los finales de los temas se “ven venir”. Las variaciones constantes hacen de la música un hecho impredecible.
Algo que siempre llama la atención cuando se escucha a esta banda es que, como dijo un amigo, “nunca se sabe hacia dónde van”. Los medios masivos de comunicación han logrado que acostumbremos el oído a un formato de canción, del que siempre podemos augurar lo que está por venir. Esto nunca ha sucedido con la música de YES y tampoco ocurre en “Fly from Here”, álbum rico en permanentes cambios de ritmo y melodía; las canciones toman un rumbo inesperado, nunca se sabe para dónde van y ni siquiera los finales de los temas se “ven venir”. Las variaciones constantes hacen de la música un hecho impredecible.

 
 


 
  


 
 




 Esa distancia, ese vacío, se juega también en el tono de
Esa distancia, ese vacío, se juega también en el tono de 



 
 

 
 
